La vida en la cárcel es muy diferente
de la que podemos llevar en una ciudad o un pueblo debido a la constante
vigilancia, la falta de espacio personal y otros muchos factores. Los presos
que pasan un tiempo en la cárcel terminan adaptándose a esta situación y a éste
entorno anormal en el que se encuentran recluidos y por ello al salir de la
cárcel no saben cómo comportarse porque su psicología está desarrollada de
acuerdo con otro sistema diferente al nuestro, creando diferencias y
enfrentándose de nuevo a una inadaptación con su nuevo medio.
Una de las consecuencias del
internamiento es la conducta del individuo frente a la institución. Esta puede
ser de autoafirmación agresiva de modo que intentará rebelarse contra todo lo
que son las restricciones, el personal, las normas y todo lo que tenga que ver
con el sistema penitenciario creando una actitud agresiva y violenta; o puede
reaccionar con la sumisión anulando todas sus decisiones personales y creencias
para hacer lo que la institución le propone o impone, lo que conlleva una
pérdida de personalidad.
El estar recluido durante mucho tiempo también
influye en las relaciones personales que pueda tener un preso respecto a las
que tenía antes de internar, ya que no puede ver a sus allegados con la frecuencia
que desea ni puede desarrollar sus relaciones sociales con normalidad. Por este
motivo también se puede ver alterada su sexualidad debido a la falta (o cambio)
de contactos y relaciones sexuales, lo que supone una alteración a su vez de la
afectividad y posiblemente una pérdida de vinculaciones y relaciones
interpersonales.
En cuanto a la personalidad del preso,
nos encontramos con graves alteraciones producidas por el internamiento como
puede ser la ausencia de control. Con esta pérdida del control, también se
suele perder el sentido de responsabilización así como las expectativas de
futuro e incluso puede llevar a los presos al suicidio. Por último, la
consecuencia más importante en el ámbito psicosomático es el estado de ansiedad
que sufren la mayoría de los presos debido a la escasez de actividad, la sensación
de vacío y la constante soledad a la que
se exponen.
Irene Ruescas Fernández
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